Supertupper

Cine, literatura, teatro, música, comics, televisión... Pequeñas anécdotas y retazos de vida... Cualquier cosa-cualquiera- puede ser guardada en este pequeño gran supertupper.

¿A QUÉ ESPERAS PARA ABRIRLO?

miércoles, 7 de agosto de 2013

Curiosidades

Esas pequeñas "cosas"...


Sin más recursos que un móvil, una peonza ... y muchas ganas, en una tarde de domingo larga que se hizo corta, muy corta. ¿Que qué es? Es inexplicable. Es ese instinto... Te impulsa y te hace girar. Es ese instinto que consigue hacernos rodar aun con más fuerza ;-).








martes, 30 de julio de 2013

Recomendación cultural

Los Premios Ortega y Gasset 2013



Periodismo impreso

El galardón ha recaído sobre el reportaje de Alberto Salcedo Ramos (Colombia, 1963), titulado La travesía de Wikdi y publicado en la revista Soho. El jurado ha valorado especialmente que el trabajo recoge “la historia del día a día de la gente invisible, el riesgo que corre la vida del protagonista, el camino entre la inocencia y el horror y la metáfora que suponen las cinco horas que Wikdi hace cada día para llegar a la escuela, como ejemplo del camino que conlleva el aprendizaje y la importancia de la educación”. Asimismo, se ha destacado además la enorme calidad del texto.




Periodismo digital

El premiado ha sido Juan Ramón Robles (Madrid, 1987) por el vídeo de las cargas policiales en el interior de la estación de Atocha en Madrid, grabado durante las protestas del 25 de septiembre de 2012. Sobre la grabación, el jurado ha destacado “la importancia que el periodismo ciudadano ha adquirido en los últimos años. Este vídeo es la mejor imagen del estallido social de aquel mes de septiembre del pasado año, y demuestra cómo las cámaras de los ciudadanos llegan a veces donde no pueden los medios audiovisuales”.







Periodismo gráfico

Emilio Morenatti (Zaragoza, 1969) de la agencia Associated Press, se ha hecho con el premio en esta categoría por una imagen tomada en Barcelona el 29 de marzo de 2012, durante la huelga general. En la fotografía aparece la dependienta de un comercio, aterrorizada ante los destrozos causados por los violentos durante una manifestación. El jurado ha declarado que es una imagen que produce “emoción; es terrible. Al observarla uno siente el miedo de la dependienta. Además, es la imagen de la otra cara de los incidentes, la que sufre la ira de los violentos”.






Mejor trayectoria profesional

La distinción ha sido para Jesús de la Serna (Santander, 1926). El jurado ha reconocido la amplia trayectoria profesional del periodista, destacando "su trabajo para que el periodismo llevara a España hacia la modernidad, así como su labor de maestro, ejemplo y referencia que supone para generaciones de periodistas. Su generosidad, humildad, profesionalidad y honestidad hacen de De la Serna una de las figuras más destacadas de la historia del periodismo español".





lunes, 22 de julio de 2013

Diario de una tuppernauta en tiempos de crisis

Queridos tuppernautas: 


Ese día había tenido que ir a Madrid para solucionar cierto papeleo que andaba arrastrando y al que no había podido dar carpetazo aún, por lo complicado que suele resultar casi siempre lidiar con los indeseados trámites burocráticos. Y es que si la mala fama los acompaña, será por algo ¿o no?

Pues bien, aquellos indeseados e indeseables tuvieron la osadía de robarme casi todo el día -como ya imaginaba cuando me decidí por emprender esa batalla-, así que hambrienta, ya que ni siquiera había podido probar bocado alguno, y dado que me pillaba de paso, opté por coger el Metro hasta Pío XII  y dirigirme -ya andando-, hacia la calle de Alfonso VIII.

Nada más subir las escaleras de la única salida disponible que me despedían de la boca de metro, a medida que iba ascendiendo hacia la superficie, comencé a sentir como la fresquita y apacible brisa del incipiente otoño se apoderaba de mi cuerpo y me devolvía a la vida, despertándome de mi momentáneo letargo para hacerme resurgir de mi atontamiento de papel, tinta e interminables colas.

Clavada como una farola en la aparente lustrosa acera y tras una profunda inspiración de cinco segundos, al fin empecé a andar camino de aquel olvidado paradero.

La última hora de la tarde lucía unos colores espectaculares, el tiempo me acompañaba favorable por la larga avenida que discurría sin abruptos impedimentos. No podía dejar de sonreír, montones de recuerdos -buenos y no tan buenos- se me agolpaban en la memoria, peleándose por saludarme a cada paso.

Hacía mucho tiempo que no visitaba aquella zona y lo cierto es que seguía más o menos igual. El mismo aire de rancio y alto abolengo se respiraba por la cara externa de esos altaneros muros, que siempre me provocaron un intenso escalofrío.

Mientras andaba, sumida en mis pensamientos, no dejaba de recordar, de pensar... Allí estaba de nuevo y parecía que el tiempo no hubiera pasado jamás, como si se hubiese quedado anclado en la época del silencio. Allí estaba yo otra vez, aproximándome a la avenida del Comandante Franco y a la calle de Alfonso VIII, con paso firme y ligero, disfrutando a mi manera del tiempo y del lugar.

Cuando me dispuse a dejar la avenida de Pío XII, para adentrarme en esas calles de tan sonoras e históricas denominaciones, mi mirada se detuvo en seco durante un breve pero certero instante en unos guantes que me parecieron de seda negra, y que alimentaban a todo un corrillo de palomas. A mi derecha, en un banco de ajada madera oscurecida muy pegado al arcén de la calzada, plantada como si el mundo no existiera, pude distinguir su enjuta y lánguida  figura.

Se trataba de una mujer de mediana edad, tal vez de unos cincuenta y cinco años ... no me atreví a examinar su rostro en profundidad. Me llamaron la atención los extraños guantes que exhibía, y la elegante y afectuosa manera de cuidar de esas aves hambrientas. Ella sonreía levemente, con gesto de vacío y derrota, mientras una paloma se apresuraba hasta mis pies, lanzándome un arrullo de sonora bienvenida.

Huí el rostro a su melancólica mirada y seguí mi camino. Me dio vergüenza perturbar su calma y allí la dejé con su encomiable labor, rodeada y admirada por aquellos pájaros en derredor de las grises, gélidas e inquisitivas fachadas que flanqueaban ese lugar, a mis ojos, cada vez más enigmático.

El manto lumínico de tonos ámbar y carmesí del atardecer comenzaba a cubrir toda la travesía, trazada en cuesta. Me costaba mantener los ojos abiertos ante la intensidad de las luces del ocaso, que luchaban desesperadamente por no acabar desapareciendo en la noche impaciente. Con mi mano izquierda intentaba protegerme, tapándome como podía para que mis ojos no siguieran sufriendo la tortura de esa belleza cegadora.

Mirando al suelo, fue entonces cuando me fijé en la increíble hojarasca crepitante que tapizaba la acera a mi paso, metamorfoseándose, gracias al baño de luces que me deslumbraban, en una espectacular alfombra escarlata.

Al cabo de unos veinte minutos, y sintiéndome como la estrella protagonista de una película extranjera, obnubilada por los focos y recibida en tan hermosa alfombra, llegué a mi destino final: el número 11 de la avenida del Comandante Franco, esquina con Alfonso VIII.

La enorme placa numérica, que presidía la impresionante y pesada puerta metálica que constituía la entrada principal de la residencia, no dejaba lugar a la duda.

Nada parecía haber cambiado, salvo quizá la pintura que recubría las paredes de la fachada, y que recordaba con matices ocres y no en esos grises tan apagados y oscuros.

Durante cinco segundos la miré de arriba abajo sin pestañear. Acto seguido me decidí por llamar al telefonillo, que se encontraba ubicado justamente en la pared del lado izquierdo. Lo cierto es que nunca he podido comprender el porqué de ese empeño en que aquel estrafalario y desorbitado mamotreto, robara gran parte del espacio del muro para tan solo cuatro insignificantes botones. Me fue imposible fallar.


-Buenas tardes. ¿Quién llama?- vociferó una voz grave y contundente que reconocí al instante.

-¡Hola! Soy yo, papá.

-¿¡Cecé!?

-Sí, estaba por la zona y me ha dado por hacerte una visita así de improviso ja,ja,ja ...
Ya me conoces... Ábreme y ahora te cuento...


Mi padre algo sorprendido me abrió en un santiamén -vía corriente eléctrica- la voluminosa y blindada puerta exterior. Una vez dentro de la vivienda, la cerré rápidamente. Y a unos pocos pasos, como recordaba, me aguardaba una puerta de barrotes de hierro, una especie de verja por la que se dejaba entrever el empedrado de un pequeño patio interior. Avancé recorriéndolo lentamente y todavía podía sentir la añeja y taciturna solemnidad, por la que siempre se había caracterizado.

Sin perder más tiempo, no tardé en dirigir mi mirada ansiosa hacia la izquierda, donde un telón de cañas de bambú imponía su presencia en el filo del plomizo empedrado, con una colorida frescura que contrastaba al romper con la armonía monótona y sombría, que inundaba aquella lúgubre atmósfera.

Era como una especie de cortina traslúcida de naturaleza que separaba dos mundos. La línea divisoria entre las luces y las sombras, que daba paso a uno de los mayores tesoros de mi infancia.

Diez años habían transcurrido ya desde la última vez que lo vi. Allí estaba de nuevo, y el telón se abría ante mis ojos para ofrecerme la belleza de aquel oasis oculto entre los muros de frío hormigón.

Quise quedarme durante un largo rato contemplando toda la hermosura que me brindaba ese precioso jardín, cuya magia conseguía trasladar mi imaginación a increíbles lugares y a otro tiempo de siglos atrás.

El mejor recibimiento que podía tener. El verde del césped en su punto perfecto. Fresco y sedoso. La transparencia de la brisa y el agua, fundiéndose en una espléndida fuente de pequeñas dimensiones, construida en piedra de caliza. Quizá una imitación de alguna fuente del siglo XVIII. De esas que constaban de un pilón circular sobre el que se asentaba una columna labrada, y en la que aparecían esculpidos diferentes motivos alusivos al escudo heráldico de Madrid. Que lo fuera, nunca me importó.

Y todos los colores. Un sublime collage de diferentes naturalezas vivas. Un juego de flores de colores perfectamente entrelazadas y regadas con el agua de la felicidad, que repintaba casi un cuadro impresionista del mismísimo Claude Monet, dando vida a una especie de reinventado jardín de Giverny. 

Una auténtica obra de arte -os lo aseguro- cuyo artífice, el artista, no era otro que mi padre: don Valentín Llorente Montero, el portero que aún hoy custodia el viejo edificio. 

Más conocido como el Panilla por toda la zona de Chamartín, todavía los más longevos le recuerdan por su pasado como el panadero de un pequeño negocio familiar que le robó media vida, y del que ahora solo quedaba ese cariñoso apodo tan especial. 

En su interior, al abrigo de aquel guardián, otra vez con los pies descalzos y sin reloj escondida en su paraíso particular, jugando con la imaginación y el tiempo, la niña emocionada volvió a verlo. 

-¡Eres tú, has vuelto! Sabía que lo harías. Te estábamos esperando. 


Continuará ...


PD: Primer capítulo de Las historias del Panilla. Dedicado a mi padre, uno de los mejores porteros de Chamartín y el mejor jardinero, sin duda. 





















viernes, 12 de julio de 2013

Lugar para perderse

El Camino de Santiago portugués


Son los caminos antiguos que cruzan bosques, tierras de labor, aldeas, villas y ciudades históricas. Son los senderos que salvan canales de agua a través de puentes de traza medieval. Caminos que se llenan con la presencia de capillas, iglesias, conventos, petos de ánimas y cruceiros ...  
Solo son los caminos que se hacen Camino... cuando el caminante comienza a andar. 

El camino de las estrellas

Históricamente este Camino comenzó a adquirir gran relevancia a partir del siglo XII, época durante la cual se empezaron a consolidar diversas rutas que permitieron un amplio intercambio cultural y económico. 

En este sentido, se puede calificar a Portugal como "tierra de caminos", ya que los peregrinos brotaban de todas las comarcas para dirigirse a Compostela. De esta manera, a través de tierras portuguesas, se fue tejiendo un trazado espectacular de más de 200 kilómetros hasta llegar a Galicia. 

Más concretamente, se puede decir que hay tres caminos que destacan de los múltiples existentes, y los tres parten del tronco occidental de Lisboa-Coimbra-Oporto, donde se dispersan para volver a unirse en Redondela (España). 

Los tres trazados de esta aventura

Los caminos portugueses occidentales arrancan de Lisboa y se dirigen hacia Coimbra por dos trayectos. Una vez en Coimbra se puede tomar la dirección noreste (oriental) hacia Chaves, o bien noroeste hacia Águeda -Monasterio de Pedroso y Oporto-, donde aparecen los tres trazados principales:


  • Camino portugués del interior o central (230 kilómetros). Oporto, Braga (donde un antiguo camino accede directamente a Ourense por Castelo de Vide, Nisa, Castelo Branco, Covilha, Guarda, Trancoso, Sernancelhe, Lamego, Poiares, Vila Real, Vila Pouca de Aguiar, Chaves, Ourense -enlazando con el tramo mozárabe de la Vía de la Plata-); y Ponte de Lima, Rubiaes, ValenÇa de Minho, Tui, O Porriño, Redondela, Pontevedra, Caldas de Reis, Padrón, Rúa de Francos y Santiago.

  • Camino portugués del norte (170 kilómetros). En Barcelos se desgaja de la ruta del interior y luego se vuelve a unir a ella en Redondela. Como el anterior, proviene de Oporto, Barcelos, Ponte de Lima, Vilanova de Cerveira -se cruza en barca el río Miño-, y ya en España se dirige a Goián, Tomiño, Gondomar, Vigo y Redondela.

  • Camino portugués de la costa (140 kilómetros). También es conocido como "monacal". Su recorrido en Portugal va desde Oporto, Viana do Castelo, Camniha, se cruza la desembocadura del Miño y, ya en España, La Guardia, Bayona, Vigo y Redondela, donde finalmente se une al camino del interior.



...se hace Camino al andar.

¿Te animas?






jueves, 11 de julio de 2013

El perfil

¿Juegas?



Allá van las 5 pistas: 
  1. Sus orígenes son franceses, pero éste en concreto es de fábrica nipona
  2. Su nombre de pila es Arsenio, pero nadie le llama así
  3. Se presenta como un ladrón de guante blanco de gran reconocimiento internacional
  4. A menudo es perseguido por el inspector Koichi Zenigata, de la Interpol
  5. Su arma predilecta es una pistola Walther P38.


¿De quién estamos hablando?





*Respuesta al perfil de la semana pasada:
Pippi Långstrump (Pippi Calzaslargas en España), personaje literario creado por la escritora sueca Astrid Lindgren.

miércoles, 10 de julio de 2013

Curiosidades

Esas pequeñas "cosas"...


Algunos CONSEJOS que favorecen la PREVENCIÓN de la degeneración macular (DMAE):

  • Si tienes alguna enfermedad visual importante (miopía, astigmatismo, etc.) o tienes más de 50 años, deberías visitar a tu oftalmólogo regularmente.
  • Lleva gafas de sol que te protejan y filtren los rayos ultravioletas y la luz.
  • Toma suplementos nutricionales específicos para la vista. 
  • No fumes.
  • Evita el sobrepeso. 
  • Sigue una dieta alimenticia variada, que incluya frutas y verduras. 
  • Vigila tu tensión arterial. 
  • Practica ejercicio regularmente. 

La Rejilla de Amsler

Esta herramienta se utiliza desde 1945. Se trata de una cuadrícula de líneas verticales y horizontales, usada para monitorear o inspeccionar el campo visual de las personas.

Más concretamente, esta rejilla o cuadrícula fue desarrollada por el oftalmólogo suizo Marc Amsler, llegándose a convertir en un implemento de diagnóstico que ayuda a la detección de anomalías visuales causadas por alteraciones en la retina, particularmente si se hallan en la mácula (ejemplos: degeneración macular, membrana epiretinal...), así como en el nervio óptico y las rutas visuales del y al cerebro.



Instrucciones de uso:

  • Coloca la rejilla a 30 centímetros de tu cara.
  • Ponte gafas de lectura, si las utilizas.
  • Cúbrete uno de los ojos.
  • Mira fijamente al punto central de la rejilla o donde se crucen las líneas diagonales. 
  • Después, repite el proceso con el otro ojo. 


Si las líneas alrededor del punto aparecen onduladas o deformadas, o con zonas oscuras, podrías tener afectada la mácula y deberías consultar a tu oftalmólogo. 



martes, 9 de julio de 2013

Recomendación cultural

El cómic-periodismo


Demostrando su creatividad y valentía, Joe Sacco nos expone en formato cómic sus últimos reportajes realizados para la prensa internacional. Desde Palestina a Irak y desde la India al Cáucaso, sus impactantes testimonios y revelaciones nos ayudan a reflexionar y nos proponen analizar gran parte de la primera década del siglo XXI. 

El mejor periodismo a través del cómic: una fantástica simbiosis

En el año 1992 tiene lugar un acontecimiento histórico para el mundo del cómic: Art Spiegelman recibe el Premio Pulitzer por su impactante novela gráfica Maus. Este hecho supone el inicio de la verdadera toma de conciencia -por parte de la sociedad- de la relación intrínseca entre el periodismo (literario) y el cómic. La prueba de ello está en la gran proliferación de títulos, ya casi clásicos, en los que se evidencia esta alianza entre los dos géneros: Persépolis de Marjane Satrapi, Paracuellos de Carlos Giménez o El arte de volar de Antonio Altarriba y Kim, entre muchos otros.


A nivel internacional, uno de los autores más destacados de esta corriente es Joe Sacco (Malta, 2 de octubre de 1960), declarado autor alternativo de comics y residente en Estados Unidos. Sus obras más conocidas, las novelas gráficas Palestina: en la franja de GazaGorazde: Zona Protegida, muestran este magnífico estilo característico a medio camino entre el cómic underground y la crónica periodística, que lo han hecho merecedor de importantes galardones y reconocimientos.